Escuela Malacitana

Puesta en funcionamiento

30 de enero de 1887

Tipo de centro

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Descripción

La Asociación para la Enseñanza de la mujer fue una iniciativa reformista que surgió de la mano de Fernando de Castro y evolucionó, gracias a la colaboración de los institucionalistas, con el objetivo de potenciar la educación femenina en España.

Durante el último tercio del siglo XIX y las primeras décadas del XX, la Asociación para la Enseñanza de la Mujer ofreció una educación eficaz a la clase media, pues hasta ese momento sólo las mujeres acomodadas podían acceder a la cultura. Las escuelas que se crearon en la misma permitieron a más cinco de mil mujeres especializarse en ciertas profesiones y acceder al mundo laboral. Además, influyó en gran medida en las reformas de la enseñanza oficial y fue el modelo de otras instituciones que se abrieron en los años sucesivos.

En 1870 Fernando de Castro y otros intelectuales promovieron en Madrid una Asociación con el fin de facilitar la educación de las mujeres y la regeneración de la sociedad española, gracias a que el decreto de 21 de octubre de 1868 establecía que «la enseñanza es libre en todos sus grados y cualquiera que sea su clase [y que] todos los españoles están autorizados para fundar establecimientos de enseñanza». La Asociación para la Enseñanza de la Mujer es la institución que funda para llevar a cabo su proyecto educativo, en el que se reconoce la importancia de la mujer en el progreso de la sociedad, bajo el ideal católico-cristiano.

La ideología y doctrina pedagógica de la AEM estaba muy influida por la Institución Libre de Enseñanza, y especialmente por tres intelectuales que habían orientado sus proyectos: el filósofo Krause (antropología armonicista e idealista que influyó en Giner de los Ríos), el pedagogo Pestalozzi (deísmo naturalista, amor por los niños y los débiles, predominio del sentimiento sobre la razón) y el pedagogo Fröebel (creador del kindergarten, con sus ideas sobre el juego, el amor a la naturaleza y la importancia de la mujer en la educación de los niños).

Tras la Revolución de septiembre de 1868, Julián Sanz del Río, propulsor del ideario krausista, fue propuesto para ocupar el cargo de Rector de la Universidad Central, pero renunció al mismo por problemas de salud. En su lugar, su discípulo Fernando de Castro aceptó el cargo.

Éste, durante el tiempo que ocupó el puesto (1868-1870), demostró gran preocupación por la educación de la mujer y realizó una amplia labor cultural a favor de esta. En 1869 fomentó la creación de un “Ateneo Artístico y Literario de Señoras”, organizó las “Conferencias Dominicales para la Educación de la Mujer”, impartidas desde el 21 de Febrero al 23 de Abril de 1867, inauguró el curso de la “Escuela de Institutrices”, y además fundó y presidió la “Asociación para la Enseñanza de la Mujer”, el 1 octubre de 1870, con el objetivo de “contribuir al fomento de la educación e instrucción de la mujer y al mejoramiento de su condición individual y social en todas las esferas de la vida”.

La preocupación por conseguir en España un cambio ideológico había llevado a algunos intelectuales en diciembre de 1868 a constituirse en «Asociación permanente para conseguir que se estableciera en España la libertad de religión y la igualdad de cultos». Son veinticinco nombres que aparecen con frecuencia apoyando causas benéficas, a favor de la abolición de la esclavitud, la enseñanza de la mujer, la tolerancia: Gumersindo de Azcárate, el propio Fernando de Castro, Manuel Ruiz de Quevedo, Nicolás Salmerón, Giner de los Ríos, Sanz del Río, Tomás Tapia, Segismundo Moret, etc. Ellos y algunos otros profesores de la Universidad Central participaron en la «Academia de conferencias y lecturas públicas para la Educación de la Mujer», que organizó quince conferencias en la Universidad de Madrid.

La Asociación para la Enseñanza de la Mujer inició su labor con 86 socios. El fin de la misma era educar a las mujeres para facilitar la mejora de la sociedad. En esta empresa social se pueden distinguir tres etapas. La primera abarcaría desde 1869 a 1880. Son años de captación de socios y amigos, y de consolidación de las primeras enseñanzas de las Escuelas de Institutrices y Comercio.

Fernando de Castro murió en 1874, y sólo pudo ver los años iniciales. Entre 1881 y 1900 se desarrolló la segunda etapa de expansión de la Asociación: nuevo local, revista propia «Instrucción para la Mujer», Asociación de Institutrices y Profesoras de Comercio, carreras nuevas (Correos y Telégrafos, Escuelas Primarias y de Segunda Enseñanza, Escuela Preparatoria y Escuelas de Párvulos, aumento de alumnas, etc.). Pronto empezaron iniciativas similares en provincias (Vitoria, Valencia, Mallorca, Sevilla, Málaga, Barcelona…) y en Madrid (Escuelas para la mujer de la Unión Iberoamericana, etc.).

La enseñanza no era gratuita, las alumnas debían pagar mensualmente entre 10 y 20 pesetas, según la escuela y el ciclo que cursasen. Una parte del dinero de las matrículas constituía el sueldo de los maestros de la Asociación, para los cuáles era un “orgullo ganar poco”, porque tenían “lo que vale mucho más que el dinero: Historia y Fe”. Aquel dato demuestra que la Asociación no estaba al alcance de todas las mujeres, sino que se trataba de una educación reservada para las clases medias.

El currículo respondía a una concepción conservadora de la vida, por lo que se incluyó en los planes de estudio las siguientes disciplinas: Religión, Moral, Higiene, Medicina, Economía doméstica, Labores y Bellas Artes. A las que se añadió, por considerarlas necesarias para la mujer, otras relativas a cultura general, como fueron: Pedagogía, Geografía, Historia, Ciencias Naturales, Lengua, Literatura y Nociones legislativas.

Asociación Malagueña para Estudios de la Mujer

En Málaga, la “Asociación Malagueña para Estudios de la Mujer” es creada por Domingo y Ricardo de Orueta y Duarte, miembros activos en la Institución Libre de Enseñanza, junto a otros malagueños, en 1887.

Su comité organizador estaba formado José Martínez de Aguilar, Domingo de Orueta, Ricardo Scholtz, José Francisco Vegas, Pedro A. de Mesa, Santiago Moreno Rey, Joaquín Ferrer, Francisco Galwey Mongrand, Juan Bolín, Fernando dé la Cámara, Agustín Prolongo y Domingo de Orueta y Duarte, que reconocían la necesidad de fomentar la instrucción educativa en la provincia de Málaga, sin limitaciones de lugar de residencia, sexo ni edad.

Era el segundo intento de crear un centro educativo de este tipo en España tras la fundación en Madrid, dieciséis años antes, de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, que aprobó la escuela malagueña en 1886.

Aunque la existencia de esta asociación fue de veinte años aproximadamente, puede considerarse como uno de los primeros centros docentes dedicados a la enseñanza profesional de la mujer.

Los Scholtz habían construido para sus trabajadores 57 viviendas en la calle que posteriormente se llamaría Don Cristián y una escuela para 160 niños y niñas en la calle que luego se denominaría Don Ricardo, en el barrio del Perchel. En esta escuela se daba instrucción básica hasta los 9 años.

Ricardo Scholtz ofreció parte de sus instalaciones para establecer una escuela superior mercantil destinada a mujeres, que recibió el nombre de Escuela Malacitana. Era requisito imprescindible que las alumnas tuvieran más de nueve años y hubieran cursado la enseñanza elemental.

En este edificio fue donde se refugió la familia Scholtz junto al servicio y trabajadores de la bodega y sus familias tras el terremoto de la navidad de 1884 (unas 80 personas). A raíz de dicho terremoto encargaron la construcción del “Palacio Chico” en la Alameda de los Tristes (Alameda de Colón), donde se mudaron en octubre de 1886.

A pesar de tener que enfrentarse a la oposición de la Iglesia (que se oponía al carácter laico de estos estudios) y a la incomprensión de una mayoría de la sociedad que todavía pensaba que las mujeres sólo debían de cursar educación básica, en octubre de 1887 treinta mujeres malagueñas comenzaron sus clases de lengua española, francés, inglés, aritmética, contabilidad, geografía, historia, ciencias naturales y morales, dibujo, labores, música y gimnasia. Los estudios, dotados de una orientación práctica, duraban 4 años y eran impartidos por dos profesores y tres profesoras.

Hay que recordar que durante la segunda mitad del siglo XIX no existieron en la ciudad escuelas públicas para mujeres adultas. Si ya eran escasas las dedicadas a la enseñanza de niñas, la administración municipal fue muy reticente a la hora de habilitar clases nocturnas para mayores de diez años. Las alumnas potenciales de estas clases, generalmente obreras con ganas de mejorar su instrucción, se tenían que contentar con las escuelas nocturnas y dominicales que sustentaban algunas parroquias y asociaciones particulares, dedicadas a la enseñanza de la doctrina cristiana y nociones de lectura, escritura y aritmética.

A finales de siglo cesó su actividad, después de haber formado a varios cientos de mujeres malagueñas y de haber contribuido a ir cambiando la mentalidad de la sociedad.

A finales de los años 70 del siglo XX fue derribado el noble edificio perchelero que albergó estas escuelas, uno de los primeros lugares en España donde la mujer pudo cursar estudios superiores.

En la zona de la calle de Armengual de la Mota está también la calle de Doña Enriqueta, próxima a las de Don Cristián y Don Ricardo. Estos nombres se refieren a miembros de la familia Scholtz, comerciantes y bodegueros de origen alemán que se instalaron en Málaga a principios del siglo XIX y que tuvieron sus instalaciones vinateras en esta parte del Perchel hasta mediados del XX. Enriqueta Aponte contrajo matrimonio con Ricardo Scholtz y fue su hijo Cristián Scholtz Aponte, nieto del primer miembro de la familia que se instaló en Málaga.

Bibliografía

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