El instituto “Vicente Espinel” es más conocido entre los malagueños por el “Instituto de Gaona”, nombre que ha adquirido con el paso del tiempo por la calle en que se halla emplazado. Durante mucho tiempo, hasta la construcción de otro en Antequera en 1928, fue el único espacio de la provincia dedicado a las enseñanzas medias, y hasta 1961, el único instituto en nuestra ciudad.
Se empezó a gestar en mayo de 1.842 cuando una comisión del Ayuntamiento, junto con representantes de otras instituciones y poderes de la ciudad -Diputación Provincial, Junta de Comercio, Jefe Político y Obispo-, en su mayoría afines al progresismo, formaron una junta mixta para promover la creación de un Colegio- Universidad.
Sin embargo, el 7 de noviembre de 1844 el ministro de la Gobernación insta al Ayuntamiento, a través del Jefe Político de la Provincia, a la creación de un instituto de segunda enseñanza tarea que acomete en principio buscando fuentes de financiación que no supongan gravar a los contribuyentes con más impuestos.
El proyecto no avanza mucho hasta que se hace público que el 23 de noviembre de 1845 el Ayuntamiento de Antequera había dirigido una exposición al Gobierno demandando que el Instituto provincial de Segunda enseñanza se instalara en aquel municipio. Este hecho reactivó el proceso, pero hasta julio de 1846 no se define la categoría que tendría el Instituto, su ubicación y los recursos con los que contaría.
En cuanto al primer punto se reclamaba un Instituto de la clase primera o superior, “es decir, en el que además de aprender las asignaturas propias de la enseñanza elemental se estudian también algunas materias en armonía con las necesidades provinciales”. Estas materias serían Francés, Inglés, Alemán, Comercio y Economía Política, Dibujo y Agricultura técnica y práctica.
El instituto radicaría en la capital, y los fondos para su funcionamiento provendrían de la extinguida Congregación de San Felipe, el mayorazgo de los Berlanga, los derechos de matrícula y la Diputación, que debía cubrir el déficit que se presentara.
El instituto se instalaría en el piso bajo con el jardín y parte del principal de un hermoso edificio histórico del siglo XVIII, que había sido propiedad de los filipenses, y que estaba situado en la calle Gaona.
El plazo de matrícula se abrió el 15 de septiembre, debiendo realizar este trámite tanto los alumnos del Instituto como de los colegios privados, incorporados hasta entonces a la Universidad de Granada. Así, pasaron a depender del Instituto los colegios de San Ciriaco y El Salvador de Málaga), las Escuelas Pías de Archidona y tres colegios ubicados respectivamente en Antequera, Ronda y Estepona.
Los primeros años no fueron fáciles tanto por las dificultades de financiación, procedente en parte del Caudal de San Telmo y del Caudal de San Felipe Neri, como con la colisión con otras instituciones educativas ya presentes en la ciudad: el Colegio Naval, que acabaría integrado en el instituto, y los colegios privados que impartían las mismas enseñanzas que no vieron con agrado la competencia oficial.
De hecho, la financiación del Colegio Náutico de San Telmo procedía del caudal del mismo nombre, por lo que al ser este transferido al nuevo instituto perdía su fuente de ingresos. Así, en 1847 se transferían al instituto sus archivos, dependencias y bienes, y el nuevo instituto, que debía sumir las enseñanzas de Náutica, se trasladaría durante un breve periodo al edificio de San Telmo.
Antes de pasados dos años, en 1849 se dispuso la vuelta del instituto al edificio de San Felipe, en la calle Gaona, de donde no ha vuelto a salir hasta que en 1961 el instituto masculino se trasladó a las nuevas instalaciones de Martiricos.
La Ley Moyano de 1857 consolidó el instituto, y dividió las enseñanzas en Estudios generales y Estudios de aplicación. Para los ambos se requería un examen de ingreso, y una edad de 9 años para los primeros y de 10 para los segundos. Al finalizar los estudios generales el alumno podía acceder al examen de Grado en Bachiller de Artes, mientras que los que terminaban los estudios de aplicación recibían un certificado de perito en la carrera cursada.
El instituto contaba con un Jardín Botánico, que databa de 1750. El jardín fue creciendo a la par que el Instituto, con el desarrollo de la colección de plantas vivas, así como de las infraestructuras para contenerlas y conservarlas, tales como un invernadero con cubierta de hierro acristalada y un invernadero de salón.
La época de mayor prestigio del jardín se inicia con el profesor Aragoncillo, catedrático de Ciencias Naturales que se ocupa del Gabinete de Historia Natural. Higinio Aragoncillo, que ya había creado un jardín botánico en Orense, llegó a Málaga en 1858 y se hizo cargo del existente, que era conocido y visitado, y se utilizaba como espacio para los alumnos de Ciencias Naturales y para los de Nociones de Agricultura Teórico Práctica, clave para la obtención de los títulos de perito agrimensor y tasador de tierras.
También amplió y desarrolló con gran acierto el Gabinete de Historia Natural, parte de cuyos fondos se conservan en el IES Nuestra Señora de la Victoria, y el jardín botánico llegó a contar con setecientas plantas clasificadas y colocadas por familias con su correspondiente invernadero.
Las primeras alumnas se matricularon en el instituto en el curso 1878-1879, aunque durante esa época no pasaba por su mejor momento. A pesar de ello, un año antes, en 1877, se instaló una estación meteorológica, la primera en la provincia, gracias a un crédito de 750 pesetas con cargo a los presupuestos del Estado, y cuyos aparatos procedieron de Madrid.
En 1884 el edificio resultó dañado, como tantos otros, por los efectos del terremoto de Andalucía, que afectó a buena parte de las provincias de Granada y Málaga. Años después se instalaron dos sismoscopios en la estación meteorológica y un péndulo sísmico procedentes del Observatorio Astronómico de Madrid.
Una real Orden de 1894 declaró la biblioteca del instituto, que contaba en esos momentos con más de siete mil volúmenes, como “provincial”. Los fondos bibliográficos procedían de la suprimida congregación de San Felipe Neri, del extinguido colegio de San Telmo, de obras remitidas anualmente por el gobierno y otras adquiridas por el propio establecimiento.
Al ser el único instituto de la provincia, durante esos años realizaban el examen de ingreso en el Bachillerato todos los estudiantes de la provincia. Entre ellos se encontró Pablo Ruiz Picasso, que se examinó el 25 de junio de 1891, y José Ortega y Gasset, que lo hizo el 23 de octubre de 1897. Asimismo, entre ellos estaba Blas Infante, que había estudiado en las Escuelas Pías de Archidona.
Las dos primeras décadas del siglo XX se produce una crisis de matrículas, que coincide con el auge de los colegios privados que impartían las mismas enseñanzas, en particular el colegio San Estanislao y el de San Agustín, que llegaron, por separado, a superar en número de matriculados al propio instituto.
Esta situación se vería revertida hacia 1931 con la llegada del nuevo régimen, al perder protagonismo los colegios privados, a los que se les exigía un determinado número de profesores licenciados, y a que en los disturbios de mayo de 1931 fueron destruidos algunos centros de ese tipo. Por otra parte, también se anuló la normativa que privaba a los institutos de realizar el examen del examen del Bachillerato universitario publicada en 1926, con lo que en el curso 1933-34 llegó a tener más de seiscientos alumnos.
El curso 1936-37 el instituto no abre sus puertas, y en el 1937-38 lo hace con numerosos problemas, falta de profesorado depurado o ausente, y doble turno al tener un horario de mañana para los chicos y otro de tarde para las chicas, con el consiguiente problema de personal, y además se mantienen accesos separados para cada uno de los sexos.
En 1942 nace el instituto Vicente Espinel, aunque hasta 1957 no ostentará oficialmente dicha denominación. En el curso 1942-43, el viejo instituto Gaona, que ya estaba dividido por la prohibición de la coeducación, en la práctica, pero no administrativamente, se convierte en dos. Ese mismo año el instituto masculino toma el nombre de Nuestra Señora de la Victoria y se considera heredero del primitivo instituto, cuyos archivos y valiosa biblioteca pasan a ser de su propiedad. Coexistieron compartiendo edificio, pero no instalaciones, hasta 1961 en el que el masculino se traslada al edificio construido en Martiricos.
El edificio
Un culto y rico comerciante de origen italiano llamado Baltasar Guerrero se construyó, entre 1606 y 1609, un palacete con un jardín, con vistas a la ciudad y alejado del ambiente portuario al que el potentado genovés debía estar poco acostumbrado.
La Congregación de San Felipe Neri se instaló en Málaga en 1739, por iniciativa del segundo Conde de Buenavista (quien les donó la iglesia que había construido así como las casas colindantes, el jardín y una lista extensa de objetos de culto), y del obispo Gaspar de Molina.
Más adelante entre 1750 y 1752, el filipense Padre Rojas amplió la estructura del edificio adquiriendo los inmuebles adyacentes de calle Gaona y creando el edificio que hoy conocemos con el patio de arcos sobre columnas toscanas. En él intervinieron los mejores maestros: Felipe de Unzurrunzaga, Antonio Ramos y José Martín de Aldehuela.
El archivo cuenta con documentos como los libros de cuentas de los filipenses y los de la Escuela Náutica de San Telmo, los mapas de navegación que los pilotos de los barcos que iban a América tenían que ir dibujando para completar lo ya conocido. También libros de matrículas en donde aparecen las inscripciones de alumnos ilustres como Severo Ochoa, la hecha por el niño Picasso para el curso 1891-92, las calificaciones de Victoria Kent…
Resulta muy interesante la galería de El Quijote, situada en los pasillos de la planta principal de la casa de estudios del instituto, que es la mayor colección cerámica de temática quijotesca conocida hasta el momento.
Fue fabricada en la casa sevillana Mensaque, Rodríguez y Cía., y está emparentada con otras colecciones nacionales. Su datación se sitúa hacia el año 1935, coincidiendo con la época de mayor difusión de este tipo de zócalos quijotescos, entre los años 1916 y 1936, durante los preparativos de la Exposición Iberoamericana de Sevilla y los momentos inmediatamente posteriores. El archivo del instituto conserva las facturas originales de su adquisición.
El zócalo alcanza una altura de 173 centímetros y se extiende por 32 paneles de diferentes anchuras con una longitud de 83,56 metros, ocupando el conjunto una superficie total de 144,55 metros cuadrados. El número de azulejos con escenas quijotescas asciende a 801. La suma de todas las piezas de azulejos que componen el zócalo, tanto las que tienen escenas como las que forman los marcos, las guardillas superior e inferior y el remate, supone una cifra aproximada de unas 7.900 piezas.
La colección cerámica constituye un conjunto único por sus dimensiones, por su extraordinario estado de conservación y por su instalación en un edificio oficial de uso docente. Su singularidad se acrecienta al revelarse su uso didáctico, pues solo esa intencionalidad, acorde con el espacio en el que está situada, que pudo impulsar la colocación ordenada de las piezas de forma que permitiera seguir su lectura, constituyendo un auténtico Quijote ilustrado.
A lo largo de los años, han pasado por sus aulas numerosas personalidades históricas:
Heredia Flores, V. M., & Fernández Paradas, M. (1995). El Instituto de Segunda Enseñanza de Málaga: creación y consolidación (1846-1850). Isla de Arriarán: revista cultural y científica, 5, 61–82. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2708754
Jiménez Trujillo, J. F., & Burgos Madroñero, M. (1994). Los institutos de bachillerato de Málaga (1846-1993). Consejería de Educación y Ciencia. Delegación Provincial de Málaga.