El fundador de la Congregación de la Sagrada Familia fue Pedro Bienvenido Noailles, que fundó la primera casa en Burdeos en 1820. Pronto la nueva congregación se extendió por Francia y a mediados del siglo XIX ya se había instalado en España.
A Málaga llegaron en 1867 las Hermanas de la Esperanza, rama de la Congregación que se encargaba de cuidar a enfermos, vivía de los donativos y su residencia estaba en Calle Refino.
Pero hasta 1880 no se instaló el primer colegio, femenino, en Calle Madre de Dios nº 12 que funcionaba en régimen de externado. En él las alumnas recibían una educación exquisita –según los parámetros de la época– en la que se incluía la enseñanza de la lengua francesa. Con el nuevo siglo llegó la demanda para alumnas internas y comenzaron a recibir algunas niñas de los pueblos de Málaga, y, al no tener condiciones para internado el local de Madre de Dios, se empezó a buscar un lugar para construir un nuevo colegio.
La idea era encontrar un solar conveniente en el centro de la ciudad, pero donde se encontró fue en las afueras, en el monte y finca que llamaban “Los Eucaliptos”, junto al Camino Nuevo en el que aún no había ninguna casa construida. Se compró el terreno con la mediación del Obispo D. Manuel González, que estaba por esos tiempos construyendo el nuevo Seminario en otro monte cercano.
La primera piedra –con las iniciales grabadas de Jesús, María y José– se colocó el 23 de octubre de 1924, siendo bendecida por el Sr. Obispo. A esos días corresponde el anuncio que la Congregación puso en el Álbum que, con motivo de la Exposición y Feria de Muestras Provincial, publicó el Ayuntamiento de Málaga en 1924. En la publicidad se presenta el plano de la fachada norte del edificio en construcción, que “débese al arquitecto don Fernando Guerrero Strachan”, y a continuación se elogian las cualidades ideales de belleza y salubridad que el paraje ofrece a las futuras alumnas, junto con la modernidad de su enseñanza.
El 6 de noviembre de 1926 se inauguró el nuevo Colegio con una gran fiesta, en la que el edificio se decoró con banderas de España y Francia, además de retratos del fundador y guirnaldas con lemas de la Congregación.
Tras la proclamación de la Segunda República, el 11 de mayo de 1931 tuvo lugar la quema de conventos e iglesias en Málaga. Pero el Colegio se salvó de la quema al ponerse bajo la tutela del consulado francés, izando una bandera francesa, bien visible, en un mástil en el tejado. Hubo que convertirlo en un centro laico, para lo que algunos padres de alumnas tomaron la titularidad y las monjas vistieron de seglares. Así pudo seguir funcionando el Colegio y se salvó el edificio.
El edificio es un inmueble amplio y funcional que se extiende por la ladera norte del cerro de Gibralfaro, en el que Guerrero Strachan apuesta por un estilo historicista en el que destaca una severa horizontalidad y la utilización de torreones con chapiteles herrerianos.
De estos solo se ejecutaron dos, aunque en su proyecto estaban previstos otros en las torres y en las cúpulas de la capilla. La configuración del conocido como Colegio del Monte que procede de las reformas que en la década de 1940 dirigió el arquitecto Enrique Atencia.
El estilo es una muestra de la arquitectura funcional de grandes espacios que en Málaga en los años veinte dejó notables ejemplos en instalaciones fabriles y escolares, aquí se integran también elementos historicistas en los aleros y los vistosos chapiteles de las torres. También hay que resaltar algún elemento reutilizado, con la fuente adosada a la parte posterior, que, con su taza ondulante y el penacho frontal con mascarones parece pertenecer al conjunto que se instaló en Málaga a finales del siglo XVIII.
Entra las obras que se realizaron por Enrique Atencia después de la guerra civil, se construyó la capilla en 1948, que será el eje del edificio. Su interior, de tres naves con arcos de medio punto y cubierta con bóveda de arista entronca con un neorrománico muy particular, evidente también en los exteriores.