Un interesante artículo sobre las preferencias de los jóvenes lectores aparecido en Diario Sur.
Captar lectores en la infancia, fidelizarlos en la adolescencia y hacer que esa pasión no se pierda de camino a la madurez. Estos son los grandes retos a los que se enfrenta la literatura infantil desde los orígenes del libro impreso y que en el siglo XXI basa sus estrategias en la creación de personajes atractivos y cercanos a los primeros lectores. Lo decía esta misma semana Mario Vargas Llosa, que junto a Arturo Pérez-Reverte ha inaugurado una colección de libros, dirigida por éste último, dedicados a los más pequeños y firmados por autores de reconocido prestigio en el campo de los adultos. «A ellos sólo se les puede seducir o aburrir», dijo el autor peruano, para quien este iniciativa se inscribe en la «batalla» que hay que librar para que las nuevas generaciones «no renuncien a la lectura, porque es un peligro que se puede hacer realidad».
Y para hacer que los lectores mantengan su interés por la lectura sólo hay un truco: hacer buenos libros. Así de contundente se muestra Raúl González, director de Alfaguara infantil y Juvenil, que coincide con Vargas Llosa al creer que los niños son «más exigentes y más críticos que los adultos».
Sobre los personajes que acaparan hoy la atención de pequeños lectores en España, González afirma que hay una mezcla entre seres reales y de ficción, aunque en la mayoría de los casos los protagonistas «llevan vidas normales, van al cole o trabajan, viven con sus padres o en un entorno familiar convencional y tienen sus amistades», lo que los hace cercanos a los niños.
El director de Alfaguara Infantil y Juvenil reconoce que hoy por hoy el personaje más vendedor en este terreno es Geronimo Stilton, un periodista roedor que vive en Ratonia, la isla de los de su especie, y que escribe libros. Un personaje viajero, que conoce mucho mundo, que imparte lecciones de geografía y que también se mira en los grandes clásicos de la literatura juvenil, como ‘La isla del tesoro’. Todo un profesor.
¿Pero cuál es el secreto para haber vendido más de cinco millones de libros en un país en el que los índices de lectura están por los suelos? Para empezar, «las historias que relata son muy lógicas y reales, a pesar de que vive en un mundo imaginario. Además, todo se cuenta con un ritmo trepidante al que se suman grandes dosis de humor, y valores como la amistad, la sinceridad, el amor o el respeto», como señalan desde el Área Infantil y Juvenil de Editorial Planeta.
Una mezcla de elementos que es común a series como ‘Codigo Lyoko’ -cuyas aventuras triunfan en televisión y que ahora despega también en formato libro gracias a unos personajes que viven en la vida real pero que acceden a un mundo virtual lleno de sorpresas y magia- y a las Winx, unas niñas que también traspasan las fronteras de la realidad para captar la atención de las más jóvenes de la casa en forma de hadas.
Personajes casi reales y mundos ficticios como los que protagonizan las historias de la ya mítica colección Barco de Vapor del Grupo SM, con nombres tan populares como Pablo Diablo, Morris, Sito Kesito, Paula, Pipi, el Capitán Calzoncillos o el Pirata Garrapata, entre otros. De esta colección, dividida en cuatro colores en función de los lectores y cuyos textos se han publicado en una decena de idiomas, se han vendido ya unos treinta millones de ejemplares. Todo un récord.
Frente a estos personajes que combinan realidad y ficción, siguen triunfando otros niños cuyas vidas son totalmente normales aunque su propio mundo interior y su imaginación les lleva a vivir grandes aventuras, como Junie B. Jones, Kika Superbruja o Clementina. Esta última jovencita centra la apuesta más reciente del Grupo Editorial Bruño, explica Cristina González, editora de Publicaciones Generales del sello, que la define como «una niña inquieta y generosa que tiene una tremenda imaginación y que siempre está metiéndose en líos. Sus historias son graciosas, con buen ritmo narrativo, lenguaje sencillo e ilustraciones muy expresivas, y los personajes están bien trazados, son tiernos y muy positivos, con especial atención a las relaciones familiares», argumenta.
De Manolito Gafotas a Emily
Hay personajes para todos los gustos y para todas las edades. Y entre los personajes de ficción que facilitan el paso a los lectores más mayores se encuentra Emily The Strange, una niña de 13 años que es muy rebelde, cuyos mejores amigos son cuatro gatos. Ella odia a Hello Kitty y siente especial predilección por las matemáticas, la ciencia, el rock y el punk.
En este formato de obras protagonizadas por personajes muy ‘reales’, tal y como recuerda Raúl González, el pionero en nuestro país fue Manolito Gafotas, de Elvira Lindo. Un niño influenciado por el irreverente Pequeño Nicolás creado hace medio siglo por René Goscinny, que precisamente el viernes llega a la gran pantalla gracias a una película.
En todas estas obras es muy importante la ilustración y la tipografía, que cada vez se hace más atractiva para los pequeños lectores. En este sentido, el escritor Jordi Sierra i Fabra, autor de cuatrocientos libros, muchos de ellos para el público juvenil, cree que «no es éste un fenómeno de hoy, ya que un libro para niños ha de ir ilustrado, es esencial. Eso no obedece a ninguna moda, es consustancial al libro. Por ejemplo, mi última obra se concibió para que la ilustración tuviera mucha fuerza», sentencia.
Y es que tanto para el público adulto como para el infantil es fundamental que «el libro entre por los ojos», insiste Raúl González, que defiende también las nuevas tecnologías como aliciente para difundir la lectura.
En cuanto a los autores españoles, Sierra i Fabra defiende su calidad: «Hubo una generación de pioneros que hoy están en los 80 años (caso de Montserrat del Amo). Luego aparecimos con fuerza los que nacimos a fines de los 40 o primeros 50, que hoy estamos en los 60. Y somos muchos. Somos los que pusimos a leer a los chicos en los 80, cuando el boom de la literatura infantil y juvenil. Luego ha habido un bache hasta la aparición de la actual generación de treintañeros (Laura Gallego, David Lozano). Creo que España, por tradición, es un país de grandes creadores. Lo demuestran nuestras ventas».
Fuente: RAFAEL CORTÉS jrcortes@diariosur.es en Diario Sur